– Miguel Ángel García Vega
Son 16,558 entradas catalogadas de forma precisa. Algunas contienen varias anotaciones, por lo que en total son 20,000 las obras incluidas. El Museo Victoria & Albert (V&A) de Londres pondrá a disposición del público en Internet la única copia que se conserva de los dos tomos con la lista que los nazis confeccionaron de lo que llamaban “arte degenerado” [Entartete Kunst]. Son dos volúmenes mecanografiados que ocupan 479 páginas redactados entre 1941 y 1942 por orden del Ministerio de Propaganda de la Alemania nazi.
Estas históricas páginas están ordenadas de manera alfabética. De Aachen (Aquistrán) a Zwickau. Las entradas corresponden a las ciudades en las que se encontraban las instituciones donde fueron confiscadas. Hay trabajos de Van Gogh, Gauguin, Chagall, Picasso, Kandinsky, Klee, Kokoschka y casi todos los expresionistas alemanes de la primera mitad del siglo XX.
Del primer tomo se conservan dos ejemplares en los archivos de Berlín, mientras que el segundo se daba por desaparecido. Esta percepción cambió en 1996. De forma inesperada, la viuda del marchante Heinrich Fischer donó una copia del citado segundo tomo al Museo Victoria & Albert. Lo que nadie ha podido averiguar es cómo llegó a manos de su marido, que huyó a Londres en 1938, al ser Viena anexionada al Tercer Reich.
Los tomos, escaneados en alta resolución, ofrecen una fuente de información fabulosa. Algunas páginas incluyen un dato muy importante: quiénes compraron las piezas. Y repasando esos nombres hay uno que se repite: el de Hildebrand Gurlitt, que es el padre (fallecido en 1956 a consecuencia de un accidente) de Cornelius Gurlitt, el octogenario alemán en cuyo apartamento de Munich se encontraron hace pocos meses 1,400 obras que bien pudieran proceder del expolio.
Para los monument men (1), los soldados de las tropas aliadas que al finalizar la II Guerra Mundial se dedicaron a recuperar las obras saqueadas por el nazismo, no había ninguna duda: Hildebrand Gurlitt era un “marchante de arte del Führer” (2).
“Esta lista es de gran valor (aunque sea incompleta y con anotaciones erróneas) para los investigadores”, reflexiona en una nota Martin Roth, director del Museo Victoria & Albert. “El caso Gurlitt revela la importancia de poner esta clase de documentos a disposición del mayor público posible”. La lista, confeccionada a partir de las piezas confiscadas de los museos alemanes entre 1937 y 1938, contiene además el precio al que fueron vendidas muchas obras.
Algunas entradas aparecen marcadas con una X. Significa que esa pieza se destruyó. Más de 5,000 pinturas, grabados y dibujos fueron quemados (eso sí, fiel al cinismo nazi, antes se catalogaron) en Berlín en 1939. Una de las primeras conclusiones es que tal vez los nazis detestaran estos lienzos y dibujos procedentes del “perverso espíritu judío”, pero no tenían reparo en venderlos. Fue una organizada operación de saqueo de la Gestapo con la connivencia de la alta jerarquía del régimen.
Lo que habrá que ver es hasta qué punto estos volúmenes ayudan a restituir las obras robadas (en el caso de que así lo fueran) a sus legítimos propietarios, ya que esta purga se hizo conforme a las leyes que regían en 1937 y 1938, y así lo han aceptado desde la II Guerra Mundial las instituciones alemanas.
De hecho, muchas de las obras que forman parte de la citada lista cuelgan en museos extranjeros y fueron vendidas “libremente” en el mercado. Una muestra de cómo la historia tiene también su extraña manera de crear colecciones de arte.
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Imagen supra: El Rabino (1912), obra de Marc Chagall (1887-1985), figuraba en la lista elaborada por los nazis con el número de inventario 15956. Actualmente esta obra pertenece a la colección del Metropolitan Museum of Art (Nueva York), pero no se encuentra expuesta al público.
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