El «Rolls-Royce» de China

SALÓN DEL AUTOMÓVIL DE PEKÍN

–  Pablo M. Díez

Como una acertada metáfora de los cambios tan rápidos que vive China, el viejo coche comunista de Mao Zedong (1893-1976) compite actualmente con los modelos más lujosos de Rolls-Royce o Bentley.  Así ocurrió recientemente durante el Salón del Automóvil 2014 de Pekín, donde fue presentado el Hongqi L5 (ver foto supra), el vehículo más caro de China, cuyo precio de cinco millones de yuanes (800,000 dólares aproximadamente) pagó un empresario durante la citada exposición.

La exorbitante cifra, todo un récord para la marca Hongqi, que significa Bandera Roja y es la más antigua del país, ya que su fundación se remonta a 1958 cuando fue inaugurada por Mao Zedong.  En aquella época el «Gran Timonel» viajaba a bordo de sus imponentes limusinas negras. que estaban reservadas para la élite del Partido Comunista, y cuyo diseño se basaba en los modelos ZIL de la Unión Soviética.

Inmortalizados en numerosas películas de la «Guerra Fría», los siniestros y elegantes automóviles representaban el poder omnipresente del Estado, y su paso por las calles despertaba en el humilde pueblo chino miedo y admiración a partes iguales.

A bordo de un Hongqi descapotable, Mao se daba baños de masas en Tiananmen durante la  «Revolución Cultural» (1966-1976).  Y este fue también el automóvil que paseó por Pekín al entonces Presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, durante su histórica visita realizada en 1972, a raíz de la cual se congelaron definitivamente las ya frías relaciones entre China y la Unión Soviética.

A pesar de sus orígenes revolucionarios, y de que aún sigue siendo utilizada por los dirigentes chinos en ocasiones especiales, la marca Hongqi se ha aburguesado refinando sus vehículos y, sobre todo, los ha encarecido para beneficiarse de su gigantesco mercado.

Superando a los Estados Unidos, China es actualmente el país donde se venden más automóviles en todo el mundo, muchos de ellos de alta gama, que adquieren los millonarios que han surgido como consecuencia del extraordinario crecimiento económico del país en las tres últimas décadas.

Con un sublime diseño cuidado hasta el más mínimo detalle, el Hongqi L5 es la versión civil de aquellas viejas limusinas estatales, pero actualizada a los gustos del siglo XXI y con las más punteras innovaciones tecnológicas.  Según indican los expertos, incorpora un motor de seis cilindros y 408 HP, tiene un cambio automático de seis velocidades y mide 5.5 metros de largo (aproximadamente 18 pies).

En su espacioso interior, que parece un despacho más que el habitáculo de un automóvil, destacan los sillones de cuero blanco, las incrustaciones de madera, los tiradores de las puertas con un baño de jade, y hasta una consola para colocar el computer o la tablet y poder seguir por Internet las cotizaciones de la Bolsa, mientras el chófer conduce camino de la oficina.

Aparte de todas estas filigranas, el Hongqi L5 sigue brillando por su estilo «retro», como se aprecia en su parrilla frontal, que no desmerecería en los Cadillacs más suntuosos de los años 50 y 60.  Y, por supuesto, no olvida lucir con orgullo en su reluciente carrocería la «Bandera Roja» que simboliza su marca, ya que lo más probable es que muchos de los magnates que lo compren pertenecerán al Partido Comunista.

En definitiva, el Hongqi L5 es el automóvil ideal para que los nuevos multimillonarios chinos se sientan al volante exactamente igual que si estuvieran conduciendo un Rolls-Royce, pero de fabricación casera.  O más bien para guardarlo junto al Rolls o al Bentley (auténticos) que seguramente ya poseerán, para completar así su colección de automóviles lujosos.

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Nota al margen:   Según indican los expertos basándose en las cifras proporcionadas por el Banco Mundial, en los próximos meses China se convertirá estadísticamente en el primer país del mundo en producción de riqueza, desbancando a los Estados Unidos del primer lugar que venían ocupando desde el año 1872.  La mayor sorpresa no es este dato, previsto y esperado, sino la rapidez con el que llega.  China es el primer país del mundo en una gran variedad de clasificaciones económicas: mercado de trabajo, exportaciones, productos agrícolas, materias primas muy diversas, automóviles o electricidad.  Lo es, fundamentalmente  -y eso ya explica mucho-  por su población (actualmente supera los 1,300 millones de personas), dato que matiza su riqueza, ya que su renta per cápita lo sitúa entre los países pobres, ocupando el puesto 99 en el ranking mundial.  Además, como nota discordante, las organizaciones internacionales que analizan la vigencia de las libertades públicas y los derechos humanos no consideran que en China se apliquen de manera aceptable.

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